La opresión a la que Freire hace mención en sus escritos, afectaría a los aspectos más profundos de la persona, en la medida en que por la socialización hemos incorporado a nuestro bagaje psicológico. Para desarrollar esta idea, Freire recurre a un enfoque de corte freudomarxista, fuertemente influenciado por Erich Fromm y su concepción del “miedo a la libertad”.
Freire coincide también con la crítica de Fromm a la cultura y escuela impregnadas de rechazo a la vida. Para Fromm la existencia humana ha de racionalizarse en el sentido de humanizarse, esta humanización implica el desarrollo de una equilibrada vinculación afectiva con los Otros. Demuestra la humana necesidad de fraternidad, porque para él la felicidad siempre es con el otro.
Sin embargo, en oposición a dicha necesidad de ser con los demás, se alza la verticalidad de Freire (que es una forma de concebir el mundo y las relaciones sociales jerárquicamente). Por lo tanto, se presenta una relación entre toda verticalización y la enajenación o alineación de Fromm, con su consecuente pérdida de libertad, ya que la persona vertical ha colocado su voluntad en manos de Otros.
En cuanto a la ideología, es la influencia de Erich Fromm la que parece ser determinante en Freire. Fromm define enajenación como la incorporación de unas creencias ajenas operantes en nosotros, que simulan ser propias y favorecer al sujeto oprimido, que, así, vive engañado. La ideología sería la lógica del opresor, que es incorporada al pensamiento del oprimido y que oculta su enajenación.
Por lo tanto, la pedagogía freiriana parece apuntar más lejos que la visión psicologicista de Fromm.
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