Los años 60 en Francia, al igual que en el resto de occidente, fueron una epoca de acelarados cambios culturales. La epoca estaba carecterizada por la aceleración del éxodo rural y el surgimiento de la sociedad de consumo, cada vez más influida por los mass media que generalizaban la cultura de masas.
Es ademas en los años 60 cuando los jovenes se convierten en una categoría socio-cultural logrando su reconocimiento como un actor social que establece procesos de adscripción y diferenciación entre sus opciones y las de los adulto.
En el plano filosófico varias obras y autores tuvieron gran influencia en una parte del movimiento: Wilhelm Reich, freudomarxista, cuyo manifiesto, La revolución sexual, daba nombre a una de las consignas más repetidas; Herbert Marcuse con El hombre unidimensional , publicado en Francia en 1964 y que tuvo que ser reditado en el 68; Raoul Vaneigem, con el Traité de savoir-vivre à l'usage des jeunes générations de 1967; Guy Debord con La sociedad del espectáculo, támbien del 1967. Pierre Bourdieu y Jean-Claude Passeron publicaban en 1965 Les étudiants et leurs études donde hacían una ácida crítica al sistema educativo francés y sus mecanismos de reprodución social, que permitían a las elites conservar su poder de generación en generación. Mientras tanto en École Normale Supérieure, el filósofo marxista Louis Althusser formaba una generación de pensadores marxista-leninistas que formaron el embrión de las primeras organizaciones maoistas.
En los años anteriores al Mayo de 1968 se habían producido en el mundo acontecimientos que fueron vistos por los universitarios franceses como iconos de admiración: la Revolución Cubana, la guerra por la independencia de Argelia, la resistencia de Ho Chi Mihn y su pueblo, la revolución cultural en China. En este contexto, la represión en la Universidad de Nanterre el 3 de mayo, tras una jornada antiimperialista, hizo que las protestas se extendieran rápidamente a la prestigiosa Sorbona.
El rector de la Sorbona, Jean Roche, pidió a la policía que desalojara la vieja universidad parisina, que había sido tomada por una asamblea de estudiantes.
Justo después del anuncio de que quedaban cerradas todas las facultades de París, algo más de cuarenta y nueve mil estudiantes se encontraron, de pronto, en la calle. Los estudiantes no arremetieron contra el rector, ni contra las autoridades universitarias, ni contra la policía; lo hicieron contra el sistema: la enseñanza era para ellos un fósil heredado del feudalismo que había de ser reemplazado por un sistema democrático y abierto, no represivo.
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